Esta semana enviaré el texto de mi próximo libro a la editorial. El título y subtítulo son los que aparecen en la presentación de este post y espero que su contenido sea recibido con interés y agrado por los lectores. Marcelo Pakman ha tenido a bien prologarlo lo que me emociona especialmente. Le agradezco desde lo más profundo su colaboración y sus observaciones para mejorarlo. Entrar en la lectura a través de sus palabras es un lujo inmerecido.
Calculo que para el mes de abril ya esté publicado. Cuando me preguntan a qué me refiero con este título puedo responder, entre otras cuestiones, que:
“Cuando hablamos de reconocimiento emocional estamos hablando de la posibilidad de una restauración identitaria, de una validación del self, de una confirmación de las necesidades y demandas del sujeto, de sus capacidades y recursos, de sus heridas y lesiones. Porque las heridas originales tienen que ver con la desconfirmación de los otros, de las personas emocionalmente significativas, los padres o cuidadores principales (no ser visto, no ser oído, no ser tenido en cuenta, ser menospreciado) o con su expresivo rechazo, (…). De ahí que, toda experiencia reparadora de lo identitario se sustentará en ese proceso de reconocimiento. Este aspecto es esencial en la forma en que un profesional desempeñará su labor como psicoterapeuta. La psicoterapia, desde este punto de vista, debe promover un desempeño donde el reconocimiento, emocional y social, son el eje medular del trabajo de la psicoterapia, como experiencia restauradora de la autoconfianza, de la dignidad y del autorrespeto” (De Pablo, 2025).
(Imagen: “¿No me oís?”, obra de Pilar Cabrera)

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