Desde la racionalidad radical y desde la visión modernista de lo científico, hablar de lo mitológico en temas de psicología y psicoterapia, se puede entender como algo inadecuado, como una aberración que anula los posibles criterios de “verdad” de lo tratado.
En mis continuas referencias a lo mitológico para presentar reflexiones sobre la conducta y el pensamiento, me baso en valorar y considerar lo mítico como un excelente marco de referencia ético, marco donde calibrar lo moral y lo ideológico. Tomo prestado un párrafo de Gadamer (1954) que lo define excelentemente:
“El mundo de los dioses míticos, en cuanto que estos son representaciones mundanas, representa los grandes poderes espirituales y morales de la vida. Solo hay que leer a Homero para reconocer la subyugante racionalidad con que la mitología griega interpreta la existencia humana. El corazón subyugado expresa su experiencia: la potencia superior de un dios en acción. Pero, ¿qué otra cosa podría ser la poesía sino esa representación de un mundo en que se anuncia algo verdadero, pero no mundano? Incluso allí donde las tradiciones religiosas ya no son vinculantes, la experiencia poética ve el mundo míticamente” (p. 21-22) (En “Mito y razón”). Imagen: «Ofelia». Óleo de John Everett Millais de 1852

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