He recibido el último libro, recién publicado, de Joan-Carles Mèlich titulado "El escenario de la existencia". Como sabéis quienes me seguís por redes, Mèlich es para mi una referencia constante. Además ha sido el sustento primordial en el trabajo que he volcado en mi libro "Ética del reconocimiento emocional en psicoterapia. Reflexión, desobediencia y transgresión", que saldrá publicado en este mes de abril.
De nuevo Mèlich consigue, con su nuevo libro, suscitarme reflexiones y dilemas importantes, aunque estoy todavía al inicio de su lectura. Quiero destacar el siguiente párrafo:
"Lo que el lector encontrará en este ensayo es la filosofía que nace de la finitud y de la exterioridad. Es un pensamiento que sostiene que siempre se vive cerca del vértigo que provoca la mirada al borde de un precipicio. El vértigo es el resultado de lo incierto, de lo indisponible y de lo inhóspito. No se puede habitar el mundo sin esa experiencia, sin aceptar que nada es definitivo y que nada es seguro, sin considerar que nadie es dueño y señor de su existencia, sin la ambigüedad de esas zonas grises que cautivan y amenazan al mismo tiempo que atraen y dan sentido, por un lado, y que provocan temor, horror y rechazo por otro" (p. 12).
Dice en su contraportada: "A pesar de nuestro empeño por aferrarnos a certezas, y a toda suerte de referencias vitales estables, siempre nos acecha la experiencia de lo sombrío y lo inhóspito".

Añadir comentario
Comentarios